Tiempo para conocer a Dios
Fecha: 07-06.15
Tiempo para conocer a Dios
“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer...” (Habacuc 3:2)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 8:26-39
Hoy más que nunca el mundo necesita conocer a Dios, y los cristianos necesitamos avivar la obra de Dios en medio de la crisis en que se vive. En esta porción de la Biblia encontramos a un hombre de Dios, un profeta que en medio de la crisis social y política más grande de su país, ruega a Dios para que, dentro de las tendencias futuras y dentro del panorama profético, dé a conocer su obra restauradora, su obra de salvación para la humanidad.
Estamos seguros de que la crisis más grande de nuestro país es la espiritual y su necesidad más grande, es que resplandezca la luz de Cristo en cada corazón. ¿Cómo va a suceder esto? Solamente a través de aquéllos que ya lo conocen y han permitido que su luz brille en sus vidas; aquéllos quienes fruto de la obediencia a sus principios experimentan una vida restaurada, han sido sanos de sus conflictos y se han reconciliado con Dios, consigo mismos, con su prójimo y con su entorno. Los hijos de Dios somos los que tenemos que brillar con la luz de Cristo en medio de la oscuridad que vive nuestro país y el mundo.
En una ocasión en que los discípulos le preguntaron a Jesús si restauraría el reino de Israel en ese tiempo, Él les respondió hablándoles de la manifestación del Espíritu Santo y su ministerio a través de los creyentes, cumpliendo la Gran Comisión en el mundo entero: «No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:7-8).
Según lo anterior, la respuesta a la oración del profeta Habacuc tiene que ver con una acción que debemos tomar los hijos de Dios. La restauración nacional vendrá cuando se restaure cada individuo y por consiguiente cada familia y cada estamento e institución humana y esto sólo sucederá cuando sembremos a Cristo en el corazón de cada hombre y mujer. Entonces la obra de Dios será conocida en medio de los pueblos.
Esto es posible, si tenemos en cuenta que desde Pentecostés, todos los hijos de Dios hemos sido revestidos del poder del Espíritu Santo que nos lleva a levantarnos y a actuar, que nos transforma en hombres y mujeres valientes que estuvieron dispuestos a entregarlo todo, hasta la vida, por causa de la Gran Comisión. ¡Aviva Señor tu obra en medio de los tiempos!
HABLEMOS CON DIOS
“Señor como portador de tu Gloria te pido que hagas de mí un verdadero testigo de tu amor. Quiero disponerme para llevar al mundo tus buenas nuevas, comenzando en mi hogar, en mi empresa y también en mi nación, Amén”.
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