LA CERTEZA DE SU PALABRA
AGOSTO 2 de 2015
LA CERTEZA DE SU PALABRA
“Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas”.
(Deuteronomio 30:14)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Deuteronomio 10:12-14
Uno de los más importantes requerimientos de la vida cristiana y que define nuestro éxito o nuestro fracaso, nuestra prosperidad o nuestra escasez, es oír y obedecer la Palabra de Dios.
Nada tan importante para experimentar la vida abundante que Cristo ofrece, como estar dispuestos a conocer la voz de Dios, a no olvidarla sino guardarla en lo profundo de nuestro corazón, amándola y dándole tal importancia, que se convierta en el principio rector de nuestra vida, en la guía de nuestro camino, en el mapa de nuestra existencia, en la brújula de nuestro paso por la tierra.
Todos aquellos que han descubierto este secreto han tenido vidas prósperas, maravillosas y desafiantes. Es el caso del rey David, que en uno de sus más inspiradores cantos, dice de la Palabra de Dios: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación... ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Salmo 119:97,103 y 104).
Es tan importante para el hijo de Dios, amar y obedecer su Palabra, que el mismo Señor nos encarga una y otra vez, que sean muy guardados sus mandamientos, los cuales fueron diseñados para ordenar nuestros caminos, para darnos vida, para que nos fuera bien en todo, para no ser avergonzados.
Esa Palabra, esa vida, esa prosperidad, está hoy a la orden del día. Está a nuestra disposición, muy cerca de nosotros, para que la cumplamos y vivamos.
«Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.
No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fi n de que lo cumplamos?»
(Deuteronomio 30:11-13).
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Señor, gracias te doy por la presencia de tu Santo Espíritu en mi vida. Gracias porque ,Él es mi guía, quien cada día me revela tu verdad, me enseña, me convence, me transforma.
Siendo este un aspecto trascendental en mi vida, lo más importante que puedo pedirte hoy es que me des un oído sensible a tu voz y un corazón obediente a tu palabra. Amén”.
Que su palabra sea luz a tus pies y lumbrera a tu camino y te genere la seguridad de necesitas para confortar tus decisiones y las determinaciones que hagas en tu diario caminar.
Paz sea a Israel y pedid por la paz de Jerusalen.
Dios te guarde y bendiga en este lindo y hermoso día, la paz del señor este contigo y un abrazo con gran afecto.
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